Desde que el equipo descendió de la Premier League en 2004, hasta 16 entrenadores llegaron a ocupar el banco de Elland Road. El Leeds había girado en todas las direcciones en busca de su boleto a casa en un estado de desesperación que se resumía en los perfiles tan diferentes de los entrenadores que buscaban: gente con experiencia en ascensos como Neil Warnock y Brian McDermott, promesas advenedizas como Garry Monk y Uwe Rösler, extranjeros como Darko Milanič y Thomas Christiansen – todos ellos atrapados por el deseo abrumador del Leeds de regresar a la máxima categoría.

Tras volver a la Championship en 2010, después de tres temporadas en tercera división, los Whites se habían recuperado de su máximo declive, pero se toparon con una realidad igual de tortuosa: quedar inmersos en el limbo de la Championship. La Premier League estaba en el horizonte, más cerca de lo que había estado antes y, sin embargo, aún parecía dolorosamente inalcanzable. 

Nueva era

En 2018, el presidente Andrea Radrizzani y el director deportivo Víctor Orta se encontraban sobre la M1 en un coche con dirección a Leeds. Sin conocer la seriedad sobre la que se planteó la pregunta, Radrizzani le preguntó a su colega que a quién consideraba como el entrenador soñado para el club. La respuesta de Orta – sin modestias, como él mismo admitió – fue el primer paso en la relación entre Marcelo Bielsa y el Leeds United, y, a su vez, aunque ellos no lo supieran en ese entonces, fue el momento en el que todo cambió.

Después de una pretemporada en la que los aficionados del Leeds se sentían atraídos por la mística de Bielsa – un entrenador del que se dijo a los poco conocedores que era una figura destacada en el deporte, pero con una historia reciente inestable y con pocos honores a su nombre – el día inaugural de la temporada 2018-19 trajo consigo, al menos, una gran sensación de intriga, si es que no una gran esperanza. En otros ámbitos, parte de los medios y de la afición rival habían recibido la llegada de Bielsa con entusiasmo, disfrutando del hecho de que su naturaleza esotérica lo guiaría, seguramente, en una sola dirección: al más resonado fracaso posible, sumando un nuevo nombre a la lista de desechos del Leeds.

El 5 de agosto de 2018, el equipo de Bielsa derribó las puertas de la Championship y dejó claro que no se trataba de una broma. Al recibir en Elland Road al Stoke City, un equipo recién descendido de la máxima división y con una de las mejores plantillas de la segunda categoría, el Leeds defendió sus argumentos no solo por el marcador final (3-1) sino también por la forma en la que jugaron. Para un equipo que había terminado 13º la temporada anterior, esta versión era irreconocible por sus señales de mejoría. El 4-1-4-1 de Bielsa se caracterizó por su vitalidad en momentos de posesión y por su ferocidad sin balón; un estilo ofensivo único en la Championship y superior a la capacidad consensuada de la plantilla que heredó.

Quizás, el aspecto más seductor de la victoria del Leeds fue el hecho de que solo un futbolista del once inicial ante el Stoke fue contratado bajo la dirección de Bielsa. Se trataba del lateral izquierdo Barry Douglas. Además del escocés, los otros 10 jugadores ya habían trabajado con, al menos, dos entrenadores previos en el club. También hubo cambios a nivel posicional: Pablo Hernández partía desde la banda a perfil cambiado, Mateusz Klich pasó de ser un mediocentro a un volante ofensivo, Kemar Roofe se convirtió en un mediapunta de presión, y Kalvin Phillips – cuyos siete goles ligueros en la 2017-18 fueron superados por solo dos compañeros – pasó a ser el centrocampista defensivo del equipo.

Entre el personal y el estilo existente, la transformación en apenas unos meses de verano fue notable: la misma que, durante años, se le permitiera a la mayoría de los entrenadores, ni hablar en una sola pretemporada. Las semanas fueron meses y el nuevo proyecto del Leeds pintaba como el definitivo mostrando una evolución paulatina.

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Después de no lograr ascender directamente debido a la regularidad mostrada por el Norwich y el Sheffield United en la 2018-19, el Leeds se quedó fuera de la carrera tras una caótica eliminatoria de play-offs ante el Derby. Los Whites dominaron al cuadro de Frank Lampard en los tres compromisos previos de la temporada, ganando en todos ellos y anotándoles siete goles por uno del Derby.

El Leeds se adelantó en el marcador en el partido de vuelta, poniendo 2-0 el resultado global, mientras que Mateusz Klich sacudió el travesaño poco después. Sin embargo, esa es la esencia de los play-offs de la Football League: poco más de media hora de juego redujeron a nada su temporada de 48 partidos. El Derby terminó anotando en cuatro de sus cinco remates a puerta de la eliminatoria y, tras ser el segundo máximo rematador ante el Leeds en toda la campaña, completó una sorprendente remontada en Elland Road.

Inmediatamente, la angustia del resultado vino cargada de dudas sobre la continuidad de Marcelo Bielsa. Sus pasos breves por otros equipos estaban frescos en la memoria, mientras que una nueva temporada de 46 partidos en la Championship exigiría otro gran compromiso, dada la intensidad de Bielsa y su equipo de trabajo. Durante al menos dos semanas después de los play-offs, la ciudad de Leeds quedó suspendida en el tiempo. Incluso aunque los Whites volvieran a mostrar el mismo nivel en la 2019-20, la Premier League había estado nuevamente a la vista. Pero solo con Bielsa tenían la garantía de que ese nivel se repetiría.

La revancha

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El 28 de mayo de 2019, la aventura comenzó de nuevo. El Leeds United anunció que Bielsa seguiría por una segunda temporada y que el entrenador había regresado solo para una cosa: conseguir el ascenso. Antes de acceder, el argentino se había reunido con las figuras más veteranas del club para ofrecer su análisis de la temporada y su opinión sobre qué debía hacerse diferente para conseguir el objetivo. Entre los detalles más puntuales – donde el deprimente porcentaje de acierto de cara al gol del club (9,2%) pasó a ser un tema central – se dijo que Bielsa no veía posible que el equipo tuviese tanta mala suerte otra vez. Si incluso él, un analista meticuloso, que había estudiado la temporada de la forma más rigurosa, creía eso, lo demás simplemente fluiría.

Trece meses después de que se anunciase su regreso, Bielsa levantaba el trofeo de la Championship bajo las luces de Elland Road. Con el objetivo cumplido, en una temporada que afrontó una suspensión inimaginable debido a sucesos alrededor del mundo, el Leeds se había tomado revancha y volvía a la Premier League con el título bajo el brazo. Poco se podía hablar de suerte en esta ocasión. El Leeds ganó 28 partidos de liga en la 2019-20, récord para el club, incluyendo 12 victorias en las últimas 14 jornadas que le terminaron por dar el billete de regreso a la máxima categoría.

Para un entrenador que es venerado a nivel mundial por su contribución a este deporte, quizás el título de la Championship no representa el mayor logro de Bielsa. De hecho, cuando estuvo nominado a Mejor Entrenador del Año en 2020 por la FIFA, los críticos y las voces autorizadas no se mostraron particularmente a favor suyo. Haber conseguido la segunda división inglesa no estaba a la altura del trabajo de Jürgen Klopp, por ejemplo, mientras que muchos se preguntaban por qué a ningún otro entrenador ganador de la Championship se le había dado semejante crédito en el pasado.

Sin importar cuáles fueran los argumentos en contra de Bielsa – y el mero hecho actuó simplemente como resonancia de una revisión general de sus logros – el debate arrojó luz en la vasta incapacidad de reconocer su trabajo más allá de un ascenso de categoría en su sentido más básico. La verdad es que el Leeds no solo subió de división. En cuanto a lo competitivo, Bielsa logró construir un equipo aplastante a partir de uno inerte gracias a la transformación radical de muchos futbolistas a los que él no contrató.

Desde la 2014-15 – desde que Stats Perform cuenta con datos de goles esperados de la Championship – las dos mejores campañas del Leeds en cuanto a goles esperados por partido fueron las dos en las que Marcelo Bielsa estuvo al mando del equipo.

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Al tratarse de generar ocasiones de gol en ataque y evitarlos en su portería, los Whites jugaban en una liga aparte en términos de superioridad sobre la cancha. El hecho de que el Leeds tuviera mayor posesión que su rival en 90 de los 94 partidos de la Championship con Bielsa permitió esto. En general, la posesión promedio en esas dos campañas – 64,5% en la 2018-19 y 64,3% en la 2019-20 – son los dos registros más altos en la competición desde 2013-14, cuando se documentó por primera vez esa información.

El Leeds se vio frenado por su bajo porcentaje de acierto de cara al gol en la 2018-19 – reflejado en Patrick Bamford y Kemar Roofe, que vieron puerta solo el 34% de las ocasiones claras entre ambos (16/47) – pero difícilmente podía culparse a Bielsa de esto. En cuanto a los factores que un entrenador puede controlar realmente, su equipo era una maquinaria dominante que fue presentada en agosto de 2018 y que se mantuvo firme hasta el 94º y último partido de la Championship en verano de 2020.

De vuelta a donde pertenecen

En su regreso a la Premier League, el calendario fue lo suficientemente amable como para recibirlos con una bienvenida suave y agradable: visitando al vigente campeón, el Liverpool.

El equipo de Jürgen Klopp había conseguido 76 de los últimos 78 puntos de liga disputados en Anfield, y, desafortunadamente para los visitantes, disponía de su once de gala. Como era de esperar, el Liverpool se llevó la victoria, pero el Leeds jugó para ganarlo también y cayó por un corto margen en un terreno donde muchos equipos ni lo intentan.

En su derrota por 4-3, el Leeds tuvo la posesión en ambas partes del encuentro y se repuso en tres ocasiones de una desventaja en el marcador, antes de que Mohamed Salah lo ganara de penalti en el minuto 88. Los expertos se preguntaron si Bielsa modificaría el planteamiento de los suyos, pero la respuesta fue un rotundo ‘no’.

El Leeds mantuvo todas las facetas de su juego ante las cuales muchos sucumbieron – saliendo desde el fondo, corriendo riesgos con el balón, presionando agresivamente con una defensa adelantada – y lo alimentó con un esfuerzo físico tremendo. “Felicito a todos los integrantes del conjunto rival, qué equipo son. Increíble”, declaró Klopp ante los micrófonos de Sky Sports tras el partido. “Los veré durante la temporada. Qué partido, qué rival, qué rendimiento por parte de ambos. Un espectáculo de verdad, me encantó”.

Con un inquebrantable Bielsa en su llegada a la Premier League, el escenario estaba dado para la temporada más especial en la historia por parte de un equipo recién ascendido. Fue encantadora en un comienzo, turbulenta por momentos, y nada menos que notable sobre el final.

leeds newly promoted clubs

Cuando se trata de comparar al Leeds con otros recién ascendidos en la historia, sus resultados hablan por sí solos. Pero los datos centrales de su temporada no se acercan a contar la historia completa. El Leeds no solo superó a sus contemporáneos también ascendidos en victorias y en puntos, sino que también lo consiguió de una manera verdaderamente distinta.

El equipo de Bielsa fue el cuarto de la Premier League esta temporada en cuanto a posesión promedio, superado solo por Manchester City, Liverpool y Chelsea. De hecho, desde la 2003-04, solo un recién ascendido registró un porcentaje superior en una campaña de la Premier League; se trató del Swansea de Brendan Rodgers en la 2011-12 con 58%, ligeramente más que el Leeds (57,8%) esta temporada. Aun así, esto no cuenta la historia del todo.

El estilo de posesión del Leeds no es el ortodoxo que ha tomado protagonismo desde finales de la década de 2000 – esa versión metódica, como el ajedrez, que tanto le gusta a Pep Guardiola para tener el control total. Bajo las órdenes de Bielsa, el Leeds sí tomó varias técnicas tradicionales en el armado de las jugadas y en la circulación de la pelota, pero su prioridad es siempre atacar de la forma más directa que permita el partido. Cuando el balón pasa a ser del rival, la nueva prioridad es recuperarlo lo más rápido posible a través de una presión alta y agresiva.

Leeds United es uno de los equipos más activos en la presión en Europa

Utilizando la métrica PPDA (pases por acción defensiva, por sus siglas en inglés) – calculada en función de los pases del equipo rival permitidos fuera del primer tercio del campo del equipo que defiende, dividido entre el número de acciones defensivas efectuadas – el Leeds resalta como el gran alterador de la temporada en Premier League debido a la intensa presión realizada sin pelota. Su promedio de PPDA en la campaña de 9,3 es, de hecho, el más bajo en la competición desde el primer título del Manchester City de Pep Guardiola en la 2017-18 (8,3).

Esta combinación entre ataque rápido y voracidad sin balón indica que la posesión del Leeds es mucho más fragmentada que la de otros equipos con un registro similar. El conjunto de Bielsa promedió 156 secuencias de juego por partido en Premier League esta temporada – ligeramente por debajo del Liverpool, que fue el que más – y 20 más que equipos como Manchester City y Arsenal en el otro extremo. Es producto inevitable de las dos actitudes mezcladas, con y sin balón, y aunque signifique que son más propensos a dejar espacios al rival, el equipo está diseñado de esa forma. El Leeds está hecho para prosperar en este ámbito de transiciones.

Solo los Spurs (12) anotaron más goles que el Leeds en la Premier League (nueve) en ataques directos esta temporada, mientras que los 74 ataques directos también fueron el segundo mejor registro de la división. El equipo de Yorkshire no se aferra a las posesiones largas, pero recuperan rápidamente la pelota buscando ‘morder’ constantemente.

Comparativa entre distancia recorrida y sprints por partido en la Premier League 2020-21

Junto con estas transiciones bruscas y la voluntad conjunta de correr, su ingrediente no tan secreto se basa en su capacidad física. Puede que sea agotador pensando en el futuro, puede que sea un esfuerzo innecesario, pero sea cual sea la opinión, al Leeds de Bielsa le importa poco. Su estilo de juego, alimentado con tal energía, los convierte, a menudo, en un rival incómodo. Muchos rivales han sido víctimas de esto durante la temporada.

Como era de esperar, el Leeds corrió más y realizó más sprints por partido que cualquier otro equipo en la Premier League esta campaña. Corrieron más que su rival, en distancia total, en 37 de 38 partidos de liga, con la única excepción de la victoria como visitante por 2-1 sobre el Manchester City – un partido en el que disputaron todo el segundo tiempo con un jugador menos. Aun así, la diferencia fue menos de un kilómetro entre ambos.

El aspecto más placentero para Marcelo Bielsa es la forma en la que su Leeds mantuvo el hambre hasta el final. Aún en los últimos meses de la temporada, con las angustias de la permanencia más que lejos, su equipo mantuvo el pie sobre el acelerador, desmintiendo todas las dudas sobre si los esfuerzos físicos pasarían factura. Ya con todos los objetivos realistas conseguidos, el Leeds dio un último empujón en marzo para terminar la campaña como uno de los mejores equipos de la Premier League. Solo el Liverpool (26) consiguió más puntos que el Leeds (24) en las últimas 11 jornadas.

Su último compromiso – una victoria por 3-1 sobre el West Brom – fue el número 140 para Marcelo Bielsa a cargo del Leeds United. En Inglaterra, e incluso en la Premier League, donde se creía que su método pasaría por la prueba más complicada, el argentino ha continuado en su renacimiento como entrenador al llevar al Leeds a superar las expectativas inmediatas una vez más. Con esto, ha alterado aún más el status quo y las creencias arraigadas sobre cómo debe jugar un equipo recién ascendido en la Premier League.

“Un hombre con ideas nuevas es un loco hasta que sus ideas triunfan”, dijo Bielsa en una ocasión. Con el fin de otra temporada exitosa, está comenzando a parecer alguien bastante normal.